"A ver Vicky qué le querés decir a la abuelita Rosa, hacé de cuenta que la abuelita te está escuchando, qué le querés decir", dice la mamá a la nena y de la nena se oye: "Que un día, que mucho rato, vamos a ir, a la argentina".
El dialogo, registrado en una de esas cassette-carta que solían enviarse quienes estaban distanciados para poder escucharse las voces, pertenece a La guardería, el primer documental de la directora Virginia Croatto, centrado en el periodo histórico del último gobierno de facto en que militantes exiliados de la organización revolucionaria Montoneros deciden volver a Argentina en la llamada “Contraofensiva” para sumar fuerzas por el regreso de la democracia.
En ese contexto es que existe La guardería, una casa en La Habana, Cuba, donde los militantes dejaban a sus hijos al cuidado de los compañeros de la organización. Croatto estuvo durante tres años de su infancia en el lugar en el que su madre Susana Brardinelli era la responsable durante su exilio, luego del asesinato de su esposo Armando Daniel Croatto, militante político y gremial de la JP y de Montoneros; partícipe de la Contraofensiva, y asesinado el 19 de septiembre de 1979 en un hipermercado de Munro.
La narración del documental se basa en las entrevistas hechas a estos hijos que conformaron el grupo de chicos que vivieron en la casa entre 1979 y 1983, y en el rescate del archivo visual y sonoro “Tengo mucho material de archivo que me parecía que permitía explicar la época, contar cómo pensaban, cómo era el momento porque el contexto es muy importante en una película así, no se puede entender sin el contexto histórico, así que traté de que sea menos racional y más emocional dentro de lo posible” dice Croatto.
La comunicación en aquel entonces era una dificultad, “Se movía mucho por la clandestinidad, todos tenían nombres falsos. Con mi mama manteníamos el nombre de pila pero sí se cambiaba el apellido, entonces pasaba que costaba mucho saber dónde estaban las personas porque estaban con la dirección falsa.”
La historia es poco conocida. A la directora le gusta describir la existencia física de la guardería como “una casa familiar grande, como si los mayores tuvieran a cargo entre 25 y 30 chicos, aunque en total deben haber pasado entre 60 y 80. (…) Yo dejé afuera algunos relatos de algunas madres que dejaron a sus hijos, porque no podía contarlo todo, y elegí más la línea de la versión de los chicos.”
Iban a la escuela, hacían nuevos amigos, jugaban, en sus propias voces se puede escuchar que llevaban una niñez medianamente convencional, sin embargo eran conscientes de la situación de peligro que implicaba para ellos ser exiliados y para sus padres volver al país. “A nosotros no se nos mentía, se nos suavizaban algunas cosas pero se nos decía lo que pasaba. Cuando desaparecía un padre se trataba de que otro padre o un familiar se encargara de transmitirle al niño. Fue difícil pero nuestros viejos siempre nos explicaron, estaba claro que le daban un sentido a lo que estaba pasando, había un marco para entender eso, eso no quiere decir que uno como niño no lo pase mal. Había un anhelo por volver, todos querían volver, había algunos más grandes que extrañaban el país y otros como yo que lo idealizábamos.”
La película se proyecta el domingo 3 de julio a las 21 hs y el mirecoles 6 a las 21 hs. en el Cine Arteón.