El surrealismo fue un movimiento de vanguardia con epicentro en la París de 1920. El sueño, el lirismo, la asociación libre, los procedimientos y la irreverencia fueron su marca. Impactó de lleno en las artes plásticas y el cine, y con menor potencia en la literatura.
Sin embargo, las figuras de André Breton y Antonin Artaud alcanzan para figurar un horizonte que, en nuestras llanuras, tendría a Aldo Pellegrini y Enrique Molina como sus más promisorios y comprometidos militantes.
De ellos, de las revistas que publicaron, de lo que tradujeron y de la tradición que crearon (de la que Cesar Aira es un declarado continuador), hablamos en esta Biblioteca Salvaje que viene con un cadaver exquisito armado por los oyentes.
Martha 252 es mi nombre, no soy hombre, marco hito con cadáver exquisito
una grieta se hace abismo
bajo el sol acompañado es mejor
ahora que estás haciendo pis atrás del arbusto veo:
el surrealismo al final de cuentas es como uno mismo
por los libros gracias chau
si ese viaje sólo fuera a la librería... pero no. De cada libro un olor
versos que poblaron al mundo de espanto
el sol añejo pierde su fuego
deliciosos, chorreaban en mi boca, color sangre…los restos yacían en la fuente
muy sencillo: arroz, agua y sal, carne y tomillo para el almuerzo
me aplasta tu sombra hasta no respirar