La gauchesca, el género rioplatense, nuestra gran originalidad literaria, tuvo su punto más alto en el Martín Fierro de José Hernández. Nadie podría discutirlo. Tampoco sus proyecciones en obras tan dispares como las de Jorge Luis Borges o Leónidas Lamborghini. Un género poderoso, popular, que recrea conversaciones de paisanos en su discurrir pícaro, rebelde, paródico, bufo (dirá este último), político, militante y siempre cómico.
En la Biblioteca Salvaje dejamos a Hernández de lado (por ahora) para remontarnos al origen del combo, que nace con las luchas revolucionarias de 1810. Bartolomé Hidalgo, Hilario Ascasubi y Estanislao del Campo son los poetas que inventan y hacen madurar, durante algunas décadas del siglo XIX, a la gauchesca. Leímos sus poemas (algunos truculentos, como "La refalosa", de Ascasubi, otros cómicos y relajados como el Fausto, de Del Campo), nos entretuvimos con los pormenores de sus vidas (alguna de ellas parecen de novela de aventuras) y le auguramos larga vida a un genero que, aún sin el 10 en la cancha, tiene un montón para decir.