“El pulso del tambor, enamorará tu estómago, tu corazón”, recita una voz ancestral al inicio de “Escucha el ritmo”, el último álbum de Nico Cota. Verdadero amante de la música negra, que ha sido parte de la banda estable del Flaco Spinetta, de Illia Kuryaki and the Valderramas, y Fito Paez, entre otros, Nico Cota exploró varias de las inusitadas formas musicales: además de sesionista, trabaja como productor, hace bailar multitudes con su dj set, y musicalizó películas de directores argentinos como Daniel Burman
Como solista, más de diez años separan a “The solo” -su debut de 2001-, de este monstruo de veinticinco track, con interludios incluidos, en el que Cota decide no abandonar su pasión por el soul, pero permite ingresar otros tintes del pop y el rock. Patán Vidal, Julieta Rada, IKV, Miss Bolivia, Nicolás Ibaruburu, Matías Rada, Santiago Vázquez, Pepi Taveira, son solo algunos de los integrantes de una escena abocada a la música de raíz negra, representantes del hip-hop y funk local, que dicen presente en “Escucha el ritmo”.
La apropiación de una música que a menudo resulta muy lejana es con guiños al gran disco de Stevie Wonder; Innervisions, a la época de Prince and the Revolution, e incluso al sonido de Afrika Bambaata. Todo esto sirve para pensar a la figura de Nico Cota y a lo que le interesa comunicar: el ritmo es lo primero, y prestarle atención es escuchar lo que pulsa en cada uno.
Como muestra la tapa del disco -habitación de techos bajos con una luz muy tenue, rodeado de tambores, un teclado y demás instrumentos-, la historia es la de aquel que, inspirado por el groove, invita al baile, esa maravillosa forma de celebrar la vida.
L.R