El rock se construye, desde sus inicios, a partir de mitos. Y así como la historia del rock nacional tiene los suyos, cada escena en las ciudades del resto del país, ha necesitado forjarse de la propia: es la mística lo que legitima.
De esta manera entra Shaman Herrera en escena; este joven oriundo de Comodoro Rivadavia llega a La Plata a estudiar y termina convirtiéndose en un referente e integrante de la efervescencia de la ciudad de las diagonales: fue parte de Sr. Tomate, de La Patrulla Espacial, produjo la trilogía de El Mató y estuvo involucrado con Prietto Viaja al Cosmos con Mariano, 107 Faunos y Valentín y los Volcanes.
Además de su influencia en las jóvenes bandas de la ciudad que marca “lo nuevo”, Shaman forma su propio proyecto junto a Tomás Vilche en bajo y Tulio Simeoni en batería, concibiendo “Shaman y los hombres en llamas”. Su segundo trabajo está producido por Daniel Melero y se sumerge en un sonido folk-rock, que dibuja historias evocadoras de los paisajes del sur.
El trío logra aceitar el diálogo entre la psicodelia de Pink Floyd, el folk De Nick Drake y la lírica de Violeta Parra, haciendo de sus canciones un relato único. El viaje es profundo, como la voz de Shaman, que utiliza como recurso principal el canto gutural. Las canciones se mueven y mueven al oyente a lugares nuevos. Es como aquellas travesías de las que, cuando se vuelve, nunca se es el mismo.
L.R