Donde van tus pasos, es el segundo disco de la banda de rock rosarina La Semilla. Hablamos con ellos y nos contaron cómo fue su producción, resaltando que el protagonismo lo tuvo el trabajo colectivo. También repasaron sus recorridos musicales y políticos —íntimamente ligados entre sí— que experimentaron en sus nueve años de vida.
“En los discos anteriores terminábamos de laburar y nos íbamos a grabar y así estuvimos ocho meses. La energía del primer día al último era muy distinta. La idea entonces fue: vámonos de Rosario, desprendámonos de la cotidianidad y grabémoslo en quince días”.
Así comienzan a contar Seba (voz, guitarra, charango y coros) y El Negro (teclados y percusión) cómo fue la grabación del tercer disco de La Semilla Donde van tus pasos. La banda, oriunda de la zona oeste de Rosario, había sacado anteriormente “Pueblo Andando” y “Esperando el grito”.
“Pensamos la propuesta del productor artístico —explican—, lo discutimos y llegamos a Agustín Ronconi (Arbolito), con quien ya había una relación previa, él nos cerraba humana y musicalmente, y ahí se encarriló este proyecto que termina en el estudio El Abasto. Luego aparece Tito Fargo, que nos ayuda con el sonido y encima después se copa y toca. El corazón del disco ya estaba, el tema era como plasmarlo. Ahí jugó un papel importante esta gente. Fargo nos enseñó por ejemplo como lograr el sonido adecuado para la guitarra”.
Musicalmente La Semilla sigue estando entre el rock y el folclore, y si bien se perciben sonidos andinos la base sigue siendo rockera. El núcleo es guitarra, bajo y batería, y se puede encontrar un reggae-rock con quena y charango, o un ska con sikus y charango. Desde Arco Iris a Arbolito, pasando por León Gieco, la comunión del sonido electrico del rock con los timbres del folclore son usuales en la música del país y el grupo rosarino se sirve de esas posibilidades.
“Nosotros somos de escuchar rock —explican ellos—. En un viaje a Purmamarca conocimos las quenas y quisimos traer un pedacito de ese sonido. Nuestro primer disco era mucho más rockero y nos pareció importante incorporar más ritmos e instrumentos. Fue también un momento nuestro de mucha apertura. En estos nueve años hubo mucha maduración”.
Así, este nuevo trabajo musical se presenta quizás como el más logrado, ya que todos los detalles en lo que hace a la producción de cada canción han sido cuidadosamente pulidos. Pero no es solo eso lo que se destaca de este disco. La forma colectiva de pensar las canciones, luego escucharlas y finalmente seleccionarlas, parece ser el combustible emocional de un grupo que, entre músicos y colaboradores, llega a las quince personas.
La escucha colectiva
“Hicimos un taller dentro de lo que es La Semilla, tocamos todos los temas que podían ir al disco a voz y guitarra y fuimos diciendo, individualmente, que emoción nos transmitía cada uno. A la hora de elegir que canciones quedaban, estas emociones tenían mucho peso”, cuentan y agregan: “Ya íbamos pensando entre todos qué íbamos a decir. Antes muchos de los chicos que laburaban para las fechas conocían los temas cuando estaban grabados. Entonces decidimos que todos sepamos qué estábamos diciendo. En una fecha, el que toca la guitarra y el que está atendiendo la barra ponen la misma intensidad.”.
- ¿Lo ven así a eso? ¿Qué es lo que trasciende a la banda? La militancia está muy reflejada, reivindican mucho a los clubes de barrio.
- Nosotros no tenemos un territorio fijo de militancia, somos itinerantes porque no dejamos de ser una banda de música. Recorrimos y nos sumamos a experiencias territoriales de muchos barrios de Rosario, no solo yendo a tocar, sino tratando de profundizar donde tocamos, por qué y con quien. Y esa experiencia no la viven solo los músicos. En la banda cada uno cumple su rol pero la experiencia las vivimos todos.
Las canciónes van a ser de la banda. La idea no es escribir tanto desde lo individual sino desde lo colectivo. Y eso lo da el identificarse con la banda: lo individual ya es muy parecido a lo colectivo. Cuando vos te sentás a componer tu individualidad siempre está, porque es un momento muy particular. Pero en el taller que hicimos se pensó si estábamos de acuerdo con lo que decíamos; por qué decir esto, por qué no decirlo, de qué forma hacerlo. Y no hubo correcciones ni nadie que se oponga a lo que se había escrito.
"Hay una particularidad de por qué mostrar pies y manos. Es una máquina de muchos pasos. Nos sentimos parte de una movida que hay en Rosario. No nos sentimos solos, nos sentimos acompañados por un montón de bandas, organizaciones y otras expresiones culturales"
El disco interpela desde varios aspectos: la gráfica también está muy ligada a esta faceta política que tiene el grupo. Allí se ven gran cantidad de pies y manos en interacción, formando en conjunto una gran maquinaria colectiva: “Hay una particularidad de por qué mostrar pies y manos. Es una máquina de muchos pasos. Nos sentimos parte de una movida que hay en Rosario. No nos sentimos solos, nos sentimos acompañados por un montón de bandas, organizaciones y otras expresiones culturales que hay en Rosario. Por eso caminar juntos y con mucha gente con la cual aprendemos. Por eso las piernas. Y las manos aparecen porque todo lo que uno construye está hecho con muchas manos”.
- ¿Qué quisieron plasmar con este nuevo disco?
- En estos últimos cuatro años La Semilla nos llevó a conocer muchísimos barrios de Rosario, conocimos muy profundamente la realidad de la ciudad. El disco también refleja eso. Individualmente cada uno tenía su militancia, pero en estos últimos cuatro años grupalmente, como banda, pudimos atravesar esa experiencia. Nuestras canciones le cantaban a la igualdad, a la alegría, a los sueños. Cuando empezamos a conocer otras bandas, personas y organizaciones que le cantaban a lo mismo de otras maneras, nos dimos cuenta a qué le estábamos cantando, entonces el disco tiene la fuerza de la conciencia: que estamos queriendo decir y adonde estamos queriendo ir.