“Tiene otra magia, un poco más de sustain” dice Damián Verdún sobre el ronroco. Es que el músico, a la hora de componer su segundo disco #Urbano, le dio más cabida a este integrante de la familia de los charangos.
¿Que sería sustain? ― le preguntamos. “Cómo se sostiene la nota, el sonido…en el charango al ser más agudo las vibraciones merman más rápido, pero el ronroco al ser más grave tarda un poco más”, nos explicaba.
En el auspicioso debut Aguarriba de 2010, “donde está más presente el charango, el instrumento que estamos más acostumbrados a escuchar”, Damián proponía una serie de arreglos sobre temas de otros autores (Ayala, Carnota, Aguirre, Castillo, Yupanqui) junto a dos temas suyos. En su reciente álbum las composiciones propias son mayoría. Así aparecen Contraste (la perisferia), Niño, Ayni, Luz en Viaje, Trotamundos, El Griego, y Urbano; la que da nombre al disco. Carnavalito del duende de Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla, es la única versión.
Los colores, tímbricas, climas y estructuras que muestra a lo largo del disco hablan de un músico que se vale de la historia universal para encontrar su sonido. Los andes vibran en los rincones del mundo, la ciudad, una y todas a las vez, amplifica sus expresiones en las canciones de #Urbano.
Los 8 temas fueron registrados junto a Viki Virgolini (percusión) Federico Ramonda (bajo), y varios invitados: Nora Sarmoria, Quique Sinesi, Marcelo Chiodi, Juancho Perone, Pablo Grinjot, Fernando Silva, Renzo Baltuzzi, Hikaru Iwakawa (Japón), Carlo Seminara, Julián Venegas, Alejo García (Colombia), Élida Pfleiderer, Sandra Corizzo, Pablo Juárez. Maestros y niños de la comunidad Qom Rosario.
Si bien el charanguista, compositor, arreglador y docente rosarino cuenta que #Urbano es “un viaje” musical influenciado por los viajes que él mismo realizó por Europa y por localidades andinas americanas, la búsqueda del toque personal es lo que sigue inquietando.
“Cada instrumento tiene algo particular”, dice. “El ronroco a mí me tira a hacer cosas más ambientales, y el charango al ser más agudo, más estridente, me lleva a hacer cosas más rítmicas,de arpegios más rápidos. El ronroco me lleva a dejar espacios… a un estado más tántrico. En el disco utilizo también un charango que se llama Chillador del Cuzco que tiene doce cuerdas de acero que le dan un color partiicular y que te llevan a otros lugares”.
La ciudad y sus movimientos, el loop y todas las voces que conviven con el ruido de fondo, eran algunas de las ideas que rondaban por la cabeza de Damián mientras iba componiendo el disco. En uno de los viajes que hizo a Uruguay a tocar y en el que su bajista no pudo ir, conoció a otro bajista uruguayo que inspiraría el nombre de su futuro trabajo: ¡Urbano Moraes!
El hashtag (#Urbano) estaba desde el momento en que el músico intentaba replicar su pedido por las redes para lograr el objetivo del financiamiento colectivo impulsado desde su sitio web. Cuando la diseñadora del álbum Jimena Virgolini empezó a pensar los elementos para la gráfica, con mucha creatividad fue atando cabos y logró completar y reforzar el sentido de la música. A través de la técnica del Art Image utilizada en la tapa, amplió también las posibilidades semánticas.
El charanguista urbano que como todos los músicos no quiere ser etiquetado, un mensaje que viaja por el territorio como viajó también en tiempo y espacio la música. Como una antena que recibe y emite, las vibraciones del charango de Damián Verdún están en el aire traduciendo a su antojo tradición y presente.
Foto del posteo de Jimena Virgolini