El multifacético músico y escritor uruguayo Leo Maslíah estuvo en La Canción del País. Dejó en claro que lo suyo no es solamente humor, reveló el secreto para una obra prolífica (la de él ya lleva más de 40 discos y 40 libros) y de paso explicó por qué se siente un anormal tanto entre académicos como entre cantautores populares.
¿Qué se dijo?
Luna Sola / lo que Leo produce / no todo es humor lo que parece / de chico al piano y a los 12 algún cuento / música contemporanea y canción / anormal / qué hace reir a Masliah / 83` a Rosario.
Desde que se popularizó Zanguango –"Soy un tarado, un estúpido, un vago, no sé ni dónde estoy parado..."– a Leo Maslíah se le suele pegar la etiqueta de músico humorista, un rótulo que lo asocia a un gremio con figuras tan prominentes como los hermanos Marx y, más acá en el tiempo y el espacio, los Les Luthiers. Y aunque él no reniega de eso, ni mucho menos, sí lo matiza:
"Yo creo que si te ponés a contabilizar bien en mis discos la cantidad de temas que pueden tener algún tipo de veta humorística no es la mayoría, creo que es menos que la mitad. Lo que pasa es que los temas que siempre fueron elegidos para difundir fueron los que tenían algo de eso, pero no son la mayoría. Ni siquiera en los discos. Y fuera de los discos... contando mi música de cámara y mi música sinfónica –que la mayor parte no está grabada– la proporción de lo humorístico es menos todavía."
La obra del compositor uruguayo, que ronda los 40 discos con el reciente Luna sola y 40 libros, además de prolífica es ecléctica, personal y, por qué no, rara. El humor es solamente uno de los ámbitos en los que se explaya la creatividad de Maslíah y en muchas ocasiones no se trata de un humor puro y definido sino más bien de uno equívoco y hasta sombrío. A veces, cuando escuchás un tema, no sabés si reírte o no, como en esas películas que rozan el humor negro y en donde es difícil identificar si existe realmente una intención humorística. A lo mejor uno se ríe, a lo mejor el de al lado no.
Lo más probable es que esto responda a que Maslíah no parece pararse a pensar si está haciendo humor o qué está haciendo. Directamente produce:
"Es muy difícil determinar si uno está produciendo todo el tiempo o no, porque lo de producir transcurre en el pensamiento de uno y también mientras uno está escribiendo concretamente en una computadora, pero es muy difícil determinar cuánto tiempo de eso incide en el producto final."
"Cuando se me ocurre algo que me parece digno de atención lo anoto. Si en ese momento no me puedo poner a trabajar en eso por lo menos lo anoto. Tanto de música como de narrativa o de lo que sea. Y después, en algunos momentos, miro esas cosas que tengo anotadas y algunas ya las descarto porque me parece que fueron entusiasmos momentáneos que no da para seguirlos, y otras veces las uso."
Hay músicos y artistas que muestran vetas expresivas tan amplias que en vez de determinar de qué faceta se trata en cada caso –"este es el Maslíah escritor, este el cantautor, este el compositor de música contemporánea..."– parece más fácil pensar en un vasto campo de operaciones personal en donde las cosas escapan a los tags de los géneros y las disciplinas.
Ese parece ser el caso de Leo Maslíah, que con los años desarrolló una obra que abarca la ópera, el teatro, la música de cámara, la canción, la poesía, la narrativa... pero que parece salida siempre de una misma usina creativa, de un solo género: la rareza, la anormalidad. Y después, cuando externamente se dice esto es una cosa o es lo otro, toca dar explicaciones, que por suerte nunca aclaran del todo los tantos y sirven solamente para avivar nuestra curiosidad:
"Mi repertorio de música popular está lleno de cosas cuyo lenguaje musical es bastante ajeno a todos los géneros de la música popular. Y lo que me pasó como compositor en el ámbito de la música contemporánea académica fue lo contrario. Empecé a usar cada vez más cosas que en general dentro del medio no eran muy bien vistas. Yo creo que soy anormal en las dos áreas".