Los Tipitos editaron "Push". Entrevistamos al bajista Federico Bugallo que nos cuenta cómo fue hacer el disco, recordó la era dorada del rock, habló del salto a la popularidad de la banda, sobre las influencias, los libros y aquello que lo conmueve.
Hacedores de canciones con una marca propia y con casi veinte años en la ruta, los oriundos de Mar del Plata aseguran que éste es su trabajo más honesto. Desde aquella portaestudio donde grabaron su primer material hasta la actualidad, el rock y la constante búsqueda de una historia por contar sigue uniendo a la banda. Para su reciente disco ellos mismo encararon la producción de los catorce temas que lo componen.
En esta entrevista Federico Bugallo, bajista y compositor de Los Tipitos, habló de todo: cómo fue hacer Push, crecer en la era dorada del rock, el salto a la popularidad, los libros y aquello que lo conmueve. “Cuando la canción te gusta y la sacas del alma, y logras decir lo que querés decir, hay que festejarlo.”
¿Cómo te sentís a tan poco de la salida del disco?
La verdad que muy orgulloso, el disco me resulta como un sillón en la vida donde me siento a descansar. A veces siento que las cosas no van bien, pero cuando veo el disco que hice digo “estoy haciendo algo bueno”. Hemos trabajado muchísimo. Estuvimos horas y horas componiendo, escribiendo, puliendo cada renglón. Largas discusiones por una palabra en un verso, o un arreglo, casi un año de post-producción. Grabamos cuarenta y dos temas en el demo para elegir estos catorce que finalmente grabamos. Así que creo que todos tenemos la certeza de que hicimos un trabajo muy honesto.
¿Es una constante en ustedes o lo sienten particularmente en este disco? Porque siempre han trabajado coralmente en las composiciones.
Sí, pero éste tiene la particularidad de que decidimos trabajar solos. Veníamos trabajando con Diuorno y Guyot que son dos genios y antes con Twetty González, con los pibes de Árbol; éste decidimos producirlo nosotros. Fue volver a encontrarnos en la sala de ensayo, solos. Tuvimos las dos cosas: la diversión de volver como al principio y la responsabilidad de que cada decisión recae en la banda y en nadie más.
Ya es el décimo segundo disco…
Si, la verdad que son un montón. El primer disco (Los Tipitos,1997) lo grabamos en una portaestudio que era como una contestadora telefónica. Se grababa a cinta. Vimos pasar muchas cosas.
Con la canción “Basta para mi” del disco "Cocrouchis" (tercer disco del grupo, editado en 2000) ya sonaban bastante…
Sí, pero el despegue fue con Armando Camaleón, que tenía “Brujería” y sonó en todo el país.
Además vinieron a coincidir con una década muy cancionera en la argentina…
Es cierto. Porque en los 90 hubo mucho grunge, en la época post Nirvana, que había entrado una cosa muy distorsionada, además del rock de cancha. Los Redondos, Los
Piojos, los Caballeros de la quema. En el 2000 se dio que muchos grupos se volcaron a la canción.
¿Ustedes son tipos de escuchar mucho rock? ¿Cómo son las influencias de la banda?
Son diferentes desde cuando éramos pibes, eso seguro. Venimos de lugares muy distintos y el rock nacional nos unió. Venimos de Sui Generis, Spinetta, Pappo, pero siempre estamos bastante atentos a lo que pasa en la escena. Además recorrimos el país entero y siempre nos cruzamos con muchos músicos, vemos si les podemos robar alguna idea (risas).
¿Y pensás que hubo una época dorada del rock argentino?
Veo que hay una época en la que se trataba de tocar mejor, donde se le daba pelota a la ejecución. Jade, Serú Girán…Yo creo que los 80 fueron la década dorada. Me acuerdo que era pibe y estaba arrancando la secundaria, y agarrabas un diario y veías que esa noche tocaba Sumo en un lugar, Soda en otro bolichito, Serú Girán, tocaba Riff. No sabías a quién ir a ver y todos tocaban en teatritos. Había un circuito muy grande.
¿En ese momento cómo lo vivías?
Yo lo vivía con una fascinación total. En los 80 cuando era adolescente, vino la democracia y dejamos de usar uniformes en el secundario, salíamos y había una marihuana buenísima y toda esa música para escuchar. Los 80 fueron una época gloriosa.
Volviendo al disco, más allá del formato canción mid-tempo que lleva la banda como marca, también hay otros ritmos. Hay reggae, tango. ¿Cómo concibieron la vestimenta de cada tema?
Cuando ya escribiste doscientas veces la palabra “corazón” y trescientas veces la palabra “amor”, empezás a pensar en qué se puede hacer, en qué podes decir. Y componiendo música pasa un poco lo mismo. Y bueno, te sale lo que te sale. Con el reggae que hicimos, pasó que Willy lo trajo con la guitarra, lo hicimos. Dijimos “qué bueno, vamos a hacer un reggae”, y cuando lo escuchamos grabado dijimos “tenemos menos gracia para tocar reggae”. ¡Así que los llamamos a los Pericos! Persiste el intento de hacer cosas, de hacer cosas lindas, de buscar. Pero la verdad, cuando la canción te gusta y la sacas del alma, y logras decir lo que querés decir, eso también hay que festejarlo.
Ustedes salieron a mostrar Push con “La Ley de la Ferocidad”, canción que retoma la novela de Pablo Ramos. Engaña un poco en este sentido el disco: arranca con ese tema que es muy oscuro y después se pone más luminoso. Pensaba al disco como un pozo con capas que van desde la profundidad hasta la superficie. ¿Qué fibra tocó el libro en ustedes?
El libro me encantó, me lo regaló un amigo. En la primera escena el personaje está en su casa en la paternal, que es donde Willy se crió. Todo sobre él nos es cercano, es toda gente de nuestra edad. Y buscando algo sobre qué escribir, pensé en hacer del libro una canción, como una especie de ejercicio. Y lo llamamos a Ramos, para asegurarnos de que no se enojara, porque flasheamos que era un escritor erudito y cuando lo conocimos alucinó con la idea. Nos invitó a un taller literario, hicimos ejercicios, estuvo muy bueno. Tenemos muchas canciones sobre libros. Por esto que hablábamos, uno a veces tiene que ir a buscar a la canción, no escribir siempre sobre lo que le pasa a uno. Escribir ficción también está bueno.