Los Vándolos festejan sus 25 años. La historia, que empieza en el Barrio Luz y Fuerza a comienzos de los 90 e incluye giras por España y Cuba, se actualizó con el reciente Trabajo Duro. Charlamos con Popono y el Chino de los inicios de la banda hasta el sonido del último disco y la larga risa de todos estos años.
Por Bernardo Orge. Entrevista en La Canción del país
Un grupito de chicos vecinos del barrio se encuentra casi todas las noches en la misma esquina. Es verano y no les importa si es día de semana, se juntan a tomar cerveza, se ríen y hablan a los gritos hasta cualquier hora. Algunos se sientan en un banco de hormigón, otros se quedan parados, dan vueltas, un par hacen jueguito con la pelota y tiran pases de vereda a vereda. Los vecinos los detestan, las viejas se escandalizan, asoman los bolados de sus camisones por las ventanas de los monoblocks para callarlos, miran entre las rendijas de las persianas y las bajan de repente con un golpe.
Un día, el sol mañanero pega sobre los pedazos de una botella rota desperdigados por la calle. Dos señoras se encuentran en la puerta del almacén y contemplan los restos de la noche anterior. Ah nooo, exclama una, son unos vándalos. Sí, son unos vándalos, concede la otra, y entran a comprar pan. Ay, señoras, no entienden nada, dice una voz en off, a estos chicos los une algo más que el porrón y los destrozos menores. Mírenles la ropa, mírenles los ojos: les gusta el rock. No saben tocar todavía, pero ya armaron una banda.
La banda local
Esto, que bien podría ser un argumento genérico para una película norteamericana de jóvenes rebeldes, transcurre hacia finales de los años 80, en la plaza Sergio Desza, Barrio Luz y Fuerza. La esquina es la de Spegazzini y Apóstoles, cerca de donde el brazo de la Av. Circunvalación contiene a la ciudad de Rosario por el norte, a un par de cuadras de Rondeau y no tan lejos del río. Los lugares importan. Porque esta historia, vecinos y vecinas, no es una historia genérica, es la historia de Los Vándalos, una banda local. Si no, presten atención, escuchen hablar al inmenso Popono:
"Yo me acuerdo de todo, lo tengo todo registrado en la mente. Me acuerdo de los recitales, de los fogones en la Florida, que fue ahí donde empezamos a tocar, en el Parque Alem, me acuerdo de la primera vez que tocamos que fue en un camión adelante del Viaducto...".
La Florida, el Parque Alem y el Viaducto Avellaneda, tres lugares emblemáticos de la zona norte rosarina en una sola frase. Y que no se nos pase el detalle del camión. Cómo no existían las cámaras digitales; dónde estabas vos, Youtube, que no llegaste a tiempo para registrar esto: los jovencísimos Vándalos tocando en un camión (un acoplado?) frente al Viaducto Avellaneda en los albores del primer gobierno menemista, año 1990, 1991, justo cuando toda la red ferroviaria argentina pasaba a manos privadas.
Qué cosa, no? Los recorridos deficitarios fueron interrumpidos, la influencia del gremio de los ferroviarios disminuyó en magnitud inversamente proporcional al crecimiento del sindicato de Moyano y, sin trenes, perdimos el mito musical del viajero que corre al lado de las vías con su guitarrita. Pero ganamos otro: el de los hijos roqueros de los trabajadores precarizados en las rebabas de las ciudades, el de las esquinas y el porrón. Y uno celebra lo que le toca, siempre se encuentra un motivo de alegría. "Creo que disfrutamos cada momento. Y ahora estamos... igual. Nunca dejamos de jugar, es un sentimiento y un trabajo".
El hombre del control remoto
"Prefiero el control remoto antes que la guitarra". Eso dice Popono, y según devela en exclusiva esta entrevista, parte de las letras de Los Vándalos son inspiradas por la televisión: History Channel, National Geographics y las demás maravillas que llegan a nuestras cocinas mentales mediante el cable coaxil. "Trato de escribir con palabras que usaría en cualquier momento, en la calle", dice además el cantante, pero eso es solamente la mitad de la verdad.
Algunos temas de Trabajo duro lo demuestran. Porque, por ejemplo, Maestro mayor biónico, una mezcla entre jerga técnica –maestro mayor de obras– y ciencia ficción de los 70 –biónico–, o Niño cebolla, la historia de un chico bien a punto de derrapar por el mal camino, con su estribillo de documental de astrofísica –"soy un niño cebolla / un niño pirata / por el agujero de gusano..."–, son letras que pasan como pasa una conversación cotidiana pero, como las conversaciones cotidianas, son más raras de lo que parecen.
Hay que tener una capacidad de síntesis prodigiosa para escribir letras de blues y rocanrol. Y muchos temas de Los Vándalos consiguen eso: contar una historia, describir un personaje o captar un momento en poquísimas palabras. Usan espontáneamente la elipsis, dejan gran parte de la cuestión sin decir, para que uno se la imagine.
Popono: "Me aparecen personajes. De hecho están. Hablo de todo mi alrededor, de mi entorno, de mí también. Pero también trato de usar las palabras que uso constantemente en la calle. Por ahí quiero poner una palabra que yo no la uso y no, no la siento..."
¿Qué pasa si no en Funky two, ese tema que grabaron en Vivo entre Vándalos? Tres mini estrofas de dos versos cada una que empiezan repitiendo la misma frase como un estribillo: primero yo, segundo yo, tercero yo / me dijo y me conquistó // primero yo, segundo yo, tercero yo / y mi vida cambió // primero yo, segundo yo, tercero yo / le contesté // primero yo, segundo yo, tercero yo / y me escapé. O sea, una relación conflictiva contada de principio a fin en ocho versos con espacios en blanco en el medio para que completes como quieras. Lo mismo pasa en Acá no hay, donde hay que adivinar qué es lo que no hay –no es difícil– o en Ahí vienen las guachitas, donde Popono repite una y otra vez esa frase que parece el preámbulo justo para una fiesta descontrolada.
"Me aparecen personajes. De hecho están. Hablo de todo mi alrededor, de mi entorno, de mí también. Pero también trato de usar las palabras que uso constantemente en la calle. Por ahí quiero poner una palabra que yo no la uso y no, no la siento..."
25 años de tocar y tocar
Con cada nueva producción discográfica la banda se asentó un poco más, pero a la vez mantuvo invariables sus búsquedas musicales. Trabajo duro, el último disco, no contradice esta regla. Con un nuevo salto de calidad en la producción, suena prolijo y contundente a la vez. "En este disco te das cuenta de que hay mucho más laburo entre todos, el crecimiento lógico de cada banda creo que es.", dice El Chino que se sumó al grupo entrados los noventa. Cambios en cuanto a la producción, sí, pero una música con la misma esencia.
Contaba Miguel Abuelo que cuando Pappo dejó Los Abuelos de la Nada el planteo con que cayó fue "quiero tocar blues". Miguel, según decía, en ese momento tenía un quilombo de música en la cabeza que no sabía para dónde iba a disparar e intentaba explicárselo al Carpo. Pero él insistía: "quiero tocar blues, quiero tocar blues". La banda se separó y ocurrió lo que es conocido: Miguel se fue a Europa en plan hippie hasta grabar Et Nada y Pappo... tocó blues. Desde ese momento y por el resto de su vida. En decisiones así hay una claridad conceptual avasallante.
Bueno, Los Vándalos tocan rocanrol desde hace un cuarto de siglo y parece que piensan seguir. Eligieron su herramienta. Con paseos por el reggae y con grandes dosis de funk, es verdad, pero fundamentalmente tocan rocanrol. Y la contundencia con la que lo hacen da cuenta de todos esos ensayos, asados y cervezas que caben imaginarse en estos 25 años, porque, siguiendo la joda de Popono en La Canción del país, ellos no inventaron el género, pero parece que podrían haberlo hecho.
Los Vandalos tocan el 6 de diciembre a las 00.00 hs, al termino de Cielo Razzo en Teatro Vorterix Rosario.