"Nos importa lo que decimos", dice Eugenia Garralda Lazarte. "Queríamos hacer un disco con canciones actuales: aprendiendo de las tradiciones, aprendiendo de los maestros, pero hablando de las cosas de las que nos interesa hablar ahora", dice Guillermo de Pablo.
Ellos son cantante y guitarrista de Pasaje Noruega, agrupación de tango (¿o deberíamos decir banda de tango?) que se completa con Nicolás Moro en voz y guitarra, Marco Bortolotti en guitarra y percusión y Mariano Sayago en contrabajo. El grupo presentó Febril, su nuevo disco, y paso por La Canción del País a conversar sobre la propuesta del nuevo material, su método a la hora de componer, el Tape Rubín –"Yo dejé la facultad por el Tape Rubín", dijo de Pablo–, el fraseo en el tango, cómo decir una canción, etc., etc., etc.
Y es cierto lo que afirman Eugenia y Guillermo de su nueva producción: el disco, compuesto íntegramente por canciones de autores vivos, la mayoría propias, algo que se está convirtiendo en regla para las nuevas agrupaciones del género, suena vivaz, auténtico y más sólido conceptualmente que su antecesor.
La música de Pasaje Noruega, una agrupación que nace en 2011, recorre un paisaje de ríos, llanuras y ciudades. Su propuesta se basa fundamentalmente en canciones de temática urbana, timbres criollos y una poética que asume el habla de nuestro tiempo. Así, tangos, milongas, candombes, chamamés y valses son abordados con una mirada joven, contemporánea y desprejuiciada. Con cinco años de actividad, además de Febril, la agrupación editó el disco Mestiza, de 2014, y se presentó en algunos de los más importantes escenarios y festivales de la Argentina.
Otras vez el tango
Se puede decir que el fin de siglo y la crisis social de principios de los 2000 puso al tango, entonces dominado en buena parte por el tradicionalismo a ultranza, en una posición incómoda: ¿cómo puede ser –se preguntaban personas como Alfredo Tape Rubín, Acho Estol y Jorge Alorsa, compositores de tango canción, pero también Julián Peralta, arreglador de orquesta–, cómo puede ser que todo lo que está pasando social y estéticamente no entre al tango? Al tango, justamente, que es una música mestiza, criolla y suburbana por definición. ¿Cómo puede ser que cuando arreglamos o cuando componemos (si componemos...) tengamos que respetar el código consabido de la orquesta típica y el diccionario de argentinismos? ¿No habrá llegado la hora de liberarse, como pedía Alorsa, de oxidados lunfardos para empezar a escuchar el lunfardo nuevo, los berretines, lo que se escucha en la calle, hoy?
Esa promoción de músicos y letristas significó una verdadera renovación en el género, que actualmente goza de una vitalidad incuestionable. A partir de ese terreno ganado, una nueva camada de músicos, con aún menos ataduras que sus hermanos mayores pero con el mismo grado de entrega, talento y rigurosidad, están tocando en bares, boliches y peatonales el tango del presente, ya no de la nostalgia. Pasaje Noruega es un exponente de esta nueva generación que cree, una vez más, y a diferencia del lugar común, que en tango está todo por hacerse.
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