El Regreso del Coelacanto presentará esta noche a las 22 en el Galpón 11 (Sto Cabral y el río) su quinto disco recientemente editado “Por el borde".
Con el cantante y compositor de Los Sucesores de la Bestia Dani Pérez como productor —quien ya trabajó en ese rol con Los Vandalos entre otros—, el nuevo material de la banda presenta un cambio de rumbo en su identidad musical. Las guitarras eléctricas, las melodías y el pulso rockero reemplazaron a la gama de ritmos, colores y timbres que era característico en el grupo. Esos recursos son ahora pinceladas esparcidas en las 13 canciones.
Andrés “Polaco “Abramowski (voz, guitarras, mandolina), Federico "Huevo" Alabern (guitarras, voz), Luciano Degaetano (armónica, peine, tin whistle, voz), Lisandro Sague (bajo), Nahuel Marquet (acordeón), Maximiliano Natalutti (violín, mandolina), Patricio Sabetta (batería) y José Ianniello (guitarras, teclados) registraron "Por el borde” entre 2012 y 2014 en el estudio Dani Pérez Audio Buró.
El "Polaco" habló con La Canción del país de las desiciones tomadas para llegar al sonido actual, resaltó el rol de Pérez en la producción, reflexionó sobre la vida de la banda a más de veinte años de su formación y entregó ideas sinceras sobre su trabajo de compositor.
“El disco empezó a definirse cuando le entregamos a Dani Pérez entre 30 y 35 canciones e ideas que iban por dos vetas distintas de la banda. Una más cercana al cruce de ritmos y melodías que caracterizó los dos discos anteriores y otra más vinculada al rock de guitarras, con aires bluseros, algo que Huevo (Federico Alabern),estaba con ganas de hacer”, explica el Polaco.
“Dani optó por la veta guitarrera, algo que siempre había visto en la banda en vivo, pero que no se había plasmado en los discos. Cuando empezamos los ensayos con Dani y me colgué la acústica para hacer un tema que veníamos haciendo con acústica (Cuando estás en los huracanes) él me dijo que no, que usara la eléctrica. Ahí me avivé que algo iba a cambiar”.
Es notorio el cambio de sonido con respecto a los discos anteriores ¿A qué se debió?
Por el borde está determinado por las violas y la electricidad, creo que es una de sus características principales, además de una maduración en nuestra forma de componer que también fue pulida para bien por Dani. Había canciones que él vio antes que nosotros, nos dio confianza y muchísima libertad. Si bien él iba a tener siempre la última palabra, siempre fuimos exigidos para dar lo mejor y creo que cumplimos porque lo llenamos de ideas. Grabamos un montón de material para que pudiera tener recursos a la hora del dar el toque final a los temas.
¿Qué otras cosas aportó Dani Perez en el rol de productor?
En Dani encontramos mucha voluntad de laburo, muchísimo amor por la música, y una autoridad respetada por todos. Fue alucinante estar a las órdenes de él, nuestra amistad no interfirió en la relación que entablamos a la hora de laburar juntos en este proyecto. Siempre trabajar con un productor te aporta cosas que van más allá del disco. Creo que en ese sentido, más allá de Por el borde, el laburo con Dani nos hizo recuperar la confianza a la hora de componer y afianzar el respeto por nuestra propia música.
"Una de mis inquietudes como compositor en los últimos años, pasó por tratar de salir de la proclama, dejar de cantar desde un lugar de superado moral o esclarecido político"
¿Cómo sigue funcionando una banda con tanto tiempo a la hora de decidir qué se hace para un nuevo disco?
Una banda de tantos años atraviesa por distintas etapas. En el momento de encarar el nuevo disco no había una idea definida, tampoco un consenso pleno en el rumbo a tomar. La decisión que unificó el carro fue convocar a un productor artístico al que le daríamos todas las decisiones y las acataríamos. Pudo ser Dani y así salió este disco, si hubiera sido otro quién sabe cuál habría sido el resultado.
¿A qué distancia se sienten de lo que hicieron anteriormente desde el punto de vista del sonido y las canciones y el montaje escénico?
No lo podemos dimensionar todavía, tenemos mucho recorrido hecho, para arriba, para abajo y para los costados. Creo que estamos en un lugar en el que no pensábamos hasta hace un tiempo que podríamos querer estar. Sí sentimos estar más maduros a la hora de componer, en eso podemos vernos bien, nos sentimos en sincro con lo que estamos tocando y viviendo. Parece que nos hicimos grandes y podemos pensar en disfrutar de las ventajas que conlleva eso.
Tengo la sensación de que sus canciones van desde la autoreflexión al enojo con situaciónes o personajes que no están del todo develados algunas veces. Me parece que siempre hay otro que recibe esos latigazos del Coela, quizás inclusive tuyos Polaco…claro que también hay una zona de canciones más calmas….
Una de mis inquietudes como compositor en los últimos años, y es algo estrictamente personal, pasó por tratar de salir de la proclama, dejar de cantar desde un lugar de superado moral o esclarecido político. Hice buenas letras más allá de eso, pero siempre hubo algo por ahí no escrito o no dicho que siempre me hizo cierto ruido. Como si no pudiera evitar bajar línea, algo medio de pendejo mesiánico que intento superar día a día. Me gusta comunicar mis ideas pero no me gusta encontrarme en el lugar de alguien que baja línea, que dice lo que está bien o está mal. Más allá de que pueda estar totalmente convencido de lo que quiero decir, el cómo no es menor, sobre todo si se trata de una canción en la que puedo apelar a una gama de recursos muchísimos más amplios que los que podría utilizar en un "ensayo" o texto. Entonces apunto a optimizar recursos como la metáfora, la melodía, el ritmo para comunicar mis pensamientos y, sobre todo, mis sentimientos, a la hora de encarar una canción.
Por ejemplo, me siento mucho más realizado diciendo lo que pienso del mundo actual y del capitalismo en una letra como Decantación, que parece burlona y trivial. Prefiero hablar del tedio cotidiano como en Me vuelvo Loco o tirar las ideas de El artista portátil, que todavía no termino de comprender del todo. Esos temas me parecen más logrados en cuanto a lo que quiero que, por ejemplo, A robar, que tiene muchos años más y que si bien suscribo lo que digo ahí no sé si volvería a escribir de esa manera.
También me gusta hablar de cosas más profundas como la decantación --admito que un concepto como ese no aparece antes de los 40-- y animarme a escribir explícitamente sobre una relación amorosa como en No es para tanto, cosas que siempre me costaron.