“Artista argentino de música pop” comienza diciendo su completa entrada en Wikipedia. Pablo Jubany lleva efectivamente varios años en la escena musical rosarina a través de un “recorrido que consiste básicamente en una banda de rock”. Con cambios en la formación, la búsqueda de un sonido propio de este solista se basa más en los periodos glam/rock e indie de la música anglosajonanque en el rock vernáculo, aunque a la hora de elegir un disco “del catalogo muy rico de música nacional” dice: “Me di cuenta que lo que mas probablemente me haya marcado en términos de música nacional haya sido el tango mas que otra cosa”.
“Me gusta muchísimo” La Camorra de Astor Pizzolla. “Es el último disco que este hombre tuvo la oportunidad de grabar en sus vida (falleció en 1992). Este disco en particular es un disco que recuerdo haber comprado de jovencito, debo haber tenido 14 años más o menos y lo compré por recomendación del propio autor -que no tuve la fortuna de conocer-, pero he leído por allí que él consideraba a esta, su última obra grabada, su mejor obra. Pero justamente Piazzolla tenia la tendencia de considerar cada última obra que iba haciendo como la mejor, como superadora de todo lo demás, y en general era muy agresivo, muy despreciativo con su obra anterior. Con este disco del 88 paso eso, después murió y eventualmente no pudo refutarse a si mismo”, dice el Bowie Rosarino, como se lo ha llamado alguna vez.
Grabado en 1988 bajo una formación de quinteto que Jubany pondera, tocan con Piazzolla (bandoneon), Pablo Ziegler en piano, Fernando Suárez Paz en violín, Hector Console en bajo y Horacio Malvicino en guitarra, “quien fuera el primer guitarrista eléctrico que tuvo Astor allá por la década del 50 cuando él armó su octeto Bs As, algo interesante porque lo puso en un lugar iconoclasta (a Malvicino) ante sus colegas tangueros”, opina Jubany.
“El disco tiene un cariz superador en tanto reúne una serie de elementos que son aquellos que hicieron de Piazzolla el compositor que es, y los reúne en un todo lógico y convincente. Contiene una serie de 7 piezas y arranca con Soledad que es un tango hermoso y lo que le sigue, es el núcleo central del disco, la suite La Camorra de tres movimientos de alrededor de diez minutos cada uno. Ahí Piazzolla desarrolla como un devenir musical que es devenir de su propia historia. Y eso me resulta muy interesante. En el final se lo ve muy integro, sin ataduras”, reflexiona el músico invitado a la sección Me Gusta (Mucho) y añade. “En la “Camorra I” podemos escuchar como aparece Troilo por momentos y eso se une muy amistosamente con las vertientes más camarísticas de la música de Piazzolla. Y en el tercer movimiento hace esto que suelen hacer mucho los músicos cultos, esto de tomar lo que llaman “un tema”. Nosotros los mortales al tema lo llamamos canción, estos músicos le dicen “tema” a un pedacito, a un motivo”.
Así se suceden en el disco las piezas “Soledad”, “La Camorra I”, “La Camorra II”, “La Camorra III”, “Fugata”, “Los sueños”, y “Regreso al amor”. En tono anecdótico Jubany revela qué inspiró a Piazzolla a componer uno de los movimientos: “Creo que allá por el 81´ toca en el Teatro Gran Rex, lugar donde tocó muchas veces. Y se encuentra con la sorpresa de que el público, que quizás era un público que ya venía del rock, en el intervalo entre el final y los bises empieza a cantar esto que ahora conocemos mucho que es el “Oooh-oooh-oooh-oh”. Entonces Piazzolla se ve sorprendido y halagado con esto y a partir de ese motivo compone el tercer movimiento de La Camorra. Esto no es fácil de adivinar si uno lo sabe previamente, yo lo pude leer en algún lado”.
A la hora de despedirse Pablo Jubany desea que “lo disfruten (al disco) tanto como yo”, aunque hace la salvedad de que “no se si tantas veces ya que yo lo he disfrutado millones de veces. Aquí les dejo a Astor Piazzolla, La Camorra”.