Mientras Nicolás Manzi hacia la residencia en la Carrera de Letras allá por 2002, una tarde fue a estudiar a la casa de su amiga Laura De la Fuente. En la computadora del hermano de ella reposaba el disco Folclore de Juan Quintero que junto a otro de Carlos Aguirre fueron a quemarse a un CDR para que el ahora editor de El Ombú Bonsai lo pudiese escuchar de vuelta en su departamento. Era así como a comienzos de esa década post crisis de 2001 se compartían, traficaban y difundían un montón de expresiones que quizás sin proponérselo iban a ampliar el panorama de la música popular argentina. Entre estudiantes, entre mates, entre preguntas, esperanza e incertidumbres siempre había nueva música de fondo.
“Fue muy especial porque hasta ese momento había dejado de lado la posibilidad de escuchar música folclórica nacional y descubrí en este cantante y autor, que era un contemporáneo y que me gustaba mucho la música que hacía”, dice Manzi. “Yo vivía con mi primo en ese momento y por alguna razón a él también le gusto muchísimo el disco. Y todas las noches antes de irnos a dormir ponía el disco a sonar”.
“En 2002 fue la recuperación de un montón de espacios que estaban en crisis y este disco nace en ese momento. Antes el folclore estaba representado por Los Nocheros o La Sole que eran expresiones autenticas pero con las que yo no me identificaba. Yo escuchaba rock o jazz pero no folclore” cuenta el autor de la novela corta Centrojás.
Juan Quintero (1977) tuvo de parte de sus padres Coco y Marilí las primeras referencias musicales, ya que estos cantaban en el coro provincial y compartían guitarreadas con Juan Falú y Pepe Núñez. A sus 15 años arrancó con la guitarra por cuenta propia y tiempo después, trazando el comienzo de su camino personal, se fue a La Plata a estudiar dirección coral en la Facultad de Bellas Artes.
En 1999 conoció a sus futuros compañeros de Aca Seca y un año después, a instancias de Raúl Carnota, se encontró con Luna Monti quien trabajaba en su primer disco “Dentro el silencio”. Tanto con Andrés Beeuwsaert y Mariano “Tiki” Cantero en Aca Seca, como con Luna Monti en dúo (En 2003 debutaron juntos con el precioso “El matecito de las siete”), el tucumano cantor entregó una serie de composiciones que en poco tiempo conquistaron a colegas y publico inquieto y le otorgaron el lugar de revelación por parte de la prensa.
“El disco está lleno de canciones que hablan de perdida y final –opina Manzi, Venado Tuerto, 1978 – , y va prediciendo toda la música que después va componiendo Juan. Me relacionó con todo el repertorio del cancionero popular argentino. Me abrió la puerta del folclore y pude descubrir a través del Duo Salteño; la música del Cuchi Leguizamón, los hermanos Núñez. Me abrió la puerta a escuchar los discos de Juan Falú y los que grabó con Liliana Herrero”.
Entre algunos clásicos (Clavelito Blanco, Clavelito Tilcareño, Me voy por la quebrada) y temas propios (Viejo Cantor, Vidalero, Coplas al agua, A Pique, y Alpa Puyo), Juan Quintero debutaba en 2002 con un hermoso disco que Manzi recomienda “disfrutar en un ambiente de silencio y calidez con mucha atención”.
Sobre su canción preferida Alpa Puyo explica: “Es ese fenómeno que se da arriba de la montaña en donde la nube tapa todo lo que está abajo en el valle y no se puede ver. Y Juan en esta letra habla de eso que no estaba pudiendo ver en ese momento de su vida… sus letras son muy bellas”.
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