Un disco como una llave a otro tiempo. Arrancan los instrumentos y al instante la voz que canta produce el pase mágico. Ya estamos en otra época y en otra ciudad. El ejercicio de recordar lo estimula Dolores Solá, y Rubén Chababo; Director del Museo de la Memoria de Rosario y docente en la Facultad de Humanidad y Artes, está ahí, entrando de a poco a un territorio y a unos años en los que le hubiese gustado vivir.
“A La Chicana la conocía pero no conocía a Dolores Solá. Y recuerdo esa noche en la que se hizo una velada en el teatro La Comedia. Habían levantado las butacas de las plateas, habían puesto mesas con velas, así que eso daba un clima muy especial. Esa noche arrancó La Chicana con su música y de pronto bajando la escalera apareció Dolores Solá”, rememora Chababo sobre la noche en lo que invitaron a ese concierto para “escuchar a una cantante de Buenos Aires”.
“El impacto que tuve fue múltiple porque Dolores es una mujer muy bella, con una presencia muy fuerte, y en el momento de empezar a cantar algo en la atmosfera de ese espacio se transformó. Es algo mágico. Es una voz que hace que lo que parece banal, común y corriente se transforme en extraordinario”. Primero fue el concierto como experiencia alucinante. Después el disco con todas sus canciones: “El repertorio tiene que ver una y otra vez con el tango, y en el caso de Salto Mortal con temas de Corsini, Magaldi y Gardel. Recuerdo que escuché esos catorce temas profundamente impresionado por la voz de Dolores y por la interpretación que la daba a cada uno de los temas”.
“Creo que la voz de Dolores lograba conjugar esa gramática tan singular de aquellos tangos compuestos entre los años 30, 40 y 50. Siempre los escucho y cuando los pongo en mi equipo de música siento que esos tangos y la voz de Dolores me llevan a un tiempo que no es propio, que no es mío más que en la añoranza, porque me hubiera gustado vivir en los años 30, 40 y 50 en la argentina. En aquellos años en los que se conjugaban todavía la llegada inmigracional, cuando la ciudad no era lo que es. Me hubiese gustado ver la transformación urbana poderosa que tuvo Bs As desde principios de siglo XX hasta mediados de los 60. Y esa vida que conjugaba el centro con el barrio, o como diría Borges con “las orillas”.
Para nuestro invitado al Me Gusta Mucho, escuchar el primer disco solista de la voz lider de La Chicana es también oír otras voces. “Cuando uno escucha los temas de Dolores escucha también –por así decirlo- la voz de Borges, el de “Fervor de Buenos Aire”, pero también se reencuentra con algunos poemas de Girondo como los “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía” y por qué no también con alguna de las Aguafuertes de Roberto Arlt. Está en esa dimensión (el disco) de lo picaresco, de lo rufianesco, de lo malevo, de lo nostálgico. Hay una mezcla sumamente interesante de atmósferas”, opina Chababo y se pregunta: “Por qué me gusta a mi esto y por qué me gusta tanto el tango, bueno porque me gustan las ciudades, y el tango tiene tanto de urbano. Cuando uno escucha el tango uno escucha el ruido, el rumor de la ciudad pero también el de los barrios”.
El álbum que contiene foxtrots , fados, pasodobles, aires de huella y ambiente de circo criollo despierta un imaginario en Chababo muy cercano al cine. “Yo escucho a Dolores e imagino los patios de Bs As, veo las calles empedradas, veo las mujeres en los pasillos de sus casas, veo a los niños jugando en la vereda con pelotas de trapo; algo así como esas escenas que en algún momento podía mostrar el cine de Hugo del Carril o de Leonardo Favio. Y entonces siento como cae la noche sobre aquellos barrios y siento el olor de la leña. Por eso me gusta escuchar a Dolores Solá, porque me trae todos esos recuerdos de un tiempo que no viví”.
Escuchá el Me Gusta (Mucho)