La noche musical
Se entregaron los premios Rosario Edita: Álbum del Año para Barfeye
En medio de la noche del astillero, las chispas indican que hay fuego y movimiento, se trabaja. Algunas piezas se funden o se rompen para convertirse en algo nuevo. Lo que reparado sigue estando ahí, transformado en material reluciente, la herrumbre y lo que brilla son parte de la misma cosa. Julia Martínez, contrabajista de la ciudad de Rosario, emprendió su propio viaje en varias direcciones de la ruta del tango, para que esa música que quería tocar le sonara propia. Quizás hayan cambiado los pasajeros y el paisaje al arribar, pero como a fines del siglo XIX, los barcos plagados de historias y sonidos siguen zarpando. “Tango de Ruptura” del grupo Astillero, es el disco que eligió Julia porque le gusta, mucho.
“Para mi fue casi un portal (el disco)”, dice la integrante de la Orquesta de Señoritas entre otros varios proyectos locales. “Lo grabaron bajo la consigna de interpretar composiciones propias de tango, lo rescato por eso, me parece arriesgado, está bueno que se apueste a componer cosas nuevas dentro de este lenguaje que tiene su historia, sus interrupciones y que ahora reaparece cargado de nuevas corrientes; como ríos que fueron afluyendo hacia el tango en el tiempo en el que el tango estuvo enmudecido, en el tiempo en que las generaciones que estuvieron muteadas de tango escuchaban otras géneros: Beatles, rock nacional… y de repente el tango resurge cargado de toda esa información”.
La integrante de Músicos Tangueros Rosarinos (M.U.T.A.R) explica que para cuando el disco ganaba la calle, allá por el 2006, ella recién empezaba en esto del tango, y que el encuentro con ese trabajo que al principio la incomodó por atrevido sucedería unos años después, en el momento en que viajaba hacia distintas bibliotecas de Bs As para investigar, para seguir buscando su propia historia del tango: “En 2006 yo recién arrancaba en el tango, estaba entrando a la orquesta escuela de la ciudad y me encontré con el problema de que las partituras que yo tenía que tocar no sonaban a tango, lo que estaba escrito yo lo tocaba pero no sonaba a tango, entonces dije “bueno , me voy a tener que poner a escuchar”.
Así es como empezaron a aparecer en sus oídos los sonidos de las viejas orquestas, de los grandes maestros, de las distintas propuestas tímbricas: Pugliese, Troilo, Alfredo Gobbi, -de quien se hizo fan dice Julia-, orquestas no tan conocidas como las de Raúl Kaplún, Florindo Sassone, o descubrimientos como Pedro Laurenz y Enrique Mario Francini hasta arribar a las composiciones y ejecuciones de Piazzolla: “Apareció Piazzolla y era lo que yo mas comprendía, lo podía tocar mas fácil, lo tenia mas en la manga pero no era suficiente”, recuerda Julia y agrega: “Entonces me llega este disco de Astillero en 2011, lo llevo en varios viajes a Bs As donde mientras recorro bibliotecas de voy escuchando este disco en el auricular y me cae una ficha importante: dentro de esa línea que yo venia armando, conectarme con el hoy del tango me marca una bisagra entre los grandes del pasado y lo que viene. Sería un aquí y poder proyectar el tango hacia el futuro”.
Grabado en 2006 el álbum se llamó “Tango de Astillero”, aunque al reeditarse en 2008 pasó a llamarse “Tango de Ruptura”. “El propio disco se rebautiza –analiza la contrabajista-, en esos dos años, de 2006 a 2008 hizo tanto ruido en el ambiente que se rebautizó solo, por lo que generó al llegar al público. Me gustó el disco por atrevido. Al principio me incomodo pero me fui acomodando, esto es un tango que yo puedo ver en la calle, que puedo palpar, que puedo contar, un tango que a mi me dice cosas que yo reconozco, y no que las reconozco por viejas conocidas sino porque son cosas que hoy puedo vivenciar. Yo integro un grupo en el que si bien no compongo entre todos vemos lo que suena, es un tango que está vivo y se esta cocinando ahí. Hay muchas propuestas distintas, hay pasta, se viene gestando una cosa importante”.
Violín, dos fueyes, violonchelo, piano y contrabajo, conformar el grupo que para Julia Martínez tiene una “sonoridad de un sexteto pero con la impronta de una banda de rock”.
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