Un disco lleno de colores, de imágenes. Un disco que “te cambia la mirada de las cosas”. Grabado en vivo en Viena, Austria en octubre de 1984 por Astor Piazzolla con su quinteto, este trabajo del bandoneonísta fue seleccionado por Rubén Orsini, marionetista de rosario, para nuestra sección Me Gusta mucho.
Si bien el concierto se realizo el 30 de octubre de 1984 recién fue publicado en 1991 por el sello alemán Messidor. Además de los 8 temas del álbum Piazzolla tocó un total de 20 piezas que grabó esa noche el ingeniero de sonido Paul Polansky.
“Este disco llegó a mi familia cuando yo era muy chico, es uno de esos cds que uno respetaba y tenia que tocar de cierta forma, porque si se rayaba… era algo realmente sagrado. Era de esos cds que no se prestaban”, confiesa quien trabaja en el teatro de objetos y dice: “Cuando uno salía después de haber escuchado eso veía las cosas diferentes, en la calle había otro ritmo. Cuando vas con Piazzolla hay un montón de cosas que cambian automáticamente”
“Le tuve tanto pero tanto respeto (al disco) que a cada lugar que iba y viajaba me lo llevaba bien cuidadito para que no se rompa. Este disco me ha tirado muchísimas imágenes, era ponérselo con el walkman o en casa mismo y todo se transformaba. Tanto la vía publica o el lugar; la casa estaba invadida de un montón de cosas que otro música no me la generaba. Y Piazzolla tenía esa aceleración, esa cosa que no era de ese tiempo”.
El cuadro había sido pintado por el propio Piazzolla en bandoneón junto a su agrupación “Nuevo Tango”. Allí estaban Fernando Suarez Paz (violin), Pablo Ziegler (piano), Hector Console (bajo) y Oscar Lopez Ruiz (guitarra). “Él siempre decía que el mejor halago era que le dijesen que su música eran imágenes de Bs As. Pero cuando uno está en Rosario también es Rosario. Es ese transito de autos que ves a la noche, cuando la calle se transforma. Te da una energía como que todo eso él lo vio y lo transmite”.
La relación entre sonido e imaginación va más allá en Orsini cuando cuenta lo que le sucede al escuchar Libertango, una de las piezas emblemáticas de Piazzolla: “Quizá es algo de locos, pero Libertango me genera colores. Esas notas que van saltando y que van cayendo, que se van tirando del pentagrama a mi me parecen como colores. Es rarísimo, pero parece la fuente danzante. El agua va saltando, la gota va cayendo y va cambiando de color. Imagino eso y digo “pero no puede ser”. Como que las gotas se van suicidando. Es estrambótico. Es así. Se lanzan”.