Por Javier Hernández
Fotos: Guillermo Turín Botello
La escena musical rosarina celebró este martes el regreso a la presencialidad de los Rosario Edita, un certamen que organiza el programa de radio La Canción Del País junto a la Secretaría de Cultura y Educación y que, en su cuarta edición, premió catorce producciones discográficas del 2020. También se conoció lo que, para el jurado, fue el mejor disco del año.
Con más de un centenar de trabajos editados en el peor año de confinamiento por la pandemia de Covid-19, el encuentro que destaca lo mejor de la producción discográfica de la ciudad se vivió en una gala repleta de invitadas e invitados que se dieron cita en el Galpón de la Música.
En estos maratónicos cuatro años, arriba y abajo del escenario, los Rosario Edita se han convertido en una plataforma de visibilidad para ponerle palabras a los silencios, a situaciones que afectan la escena artística en la región e impactan de lleno en el terreno local. Pero también en un lugar donde generar debates culturales que trascienden la escena artística. Acaso antes, durante y después de concluida cada edición, quede resonando lo sucedido.
“Estoy más nervioso que cuando grabé con la Royal Philharmonic de Londres” dijo Rodolfo Cholo Montironi al recibir de manos del último ganador de la edición 2019, Pablo Comas, la estatuilla al Disco del Año por Rodolfo Cholo Montironi con Martín Tessa en el cierre de la velada y con sus pares ovacionándolo de pie. Al escenario subieron el bandoneonista y compositor de noventa años y el guitarrista y arreglador de cuarenta y tres, en una demostración más de los cruces generacionales que la ciudad provoca en el tango y dan como resultado enormes trabajos para el género.
La 4ta edición del Rosario Edita fue emitida en directo a través de Radio Universidad (FM 103.3) y por los canales de Youtube de la radio y de la Secretaría de Cultura de Rosario mostrando un ritmo audiovisual favorecido por el dinamismo e impronta que le imprimió la pareja de conductorxs conformada por Federico Fritschi y Lucía Rodríguez. Todo un reto en una transmisión sin cortes que, a diferencia de otros años, prescindió de recitales y puso sobre el escenario un ingenioso formato de entrevistas y proyección de videos que funcionó tanto en vivo como en los otros dos formatos de emisión.
“Queremos celebrar esta gran maquinaria que es la música de Rosario”, había apresurado Bernardo Maison (Perry), minutos antes del arranque. “Queremos decirles gracias a todos ustedes porque la música que hicieron nos salvó”, sumó Fritschi en el arranque de la velada.
La primera de las 14 categorías en develarse fue la dedicada al jazz, un género que tiene grandes exponentes en Rosario. El ganador fue Allá lejos y hace Tiempo de Rubén Chivo González. El saxofonista y clarinetista agradeció a compañeros de su terna: “El verdadero dueño de este disco es Luciano Ruggieri. Él me dijo un día que grabaríamos a la semana siguiente y me hizo grabar. Es una alegría”, dijo y cerró: “Los músicos de jazz somos como los especialistas del oído derecho”.
Desde que se comenzó a realizar Rosario Edita en 2018 se han publicado en la ciudad poco más de 600 discos, una cifra que no encuentra una rápida similitud en otras regiones del país por número de habitantes: Un disco cada 3 días. Compuestas desde estilos y géneros con tradición nacional y mundial, muchas de esas obras tienen una marca que las identifica: están atravesadas y refieren a la ciudad y a la región en términos identitarios.
“Lo más importante de este premio es que se lo estén dando al chamamé”, dijo Homero Chiavarino al recibir un galardón por Kuarahy. “Es una música que siempre fue relegada, que siempre estuvo en las orillas, que le costó llegar al centro y formar parte de una cultura rosarina”. En ese sentido para el músico, este premio “reivindica a todos los chamameceros y las chamameceras que hace muchísimos años, desde la década del 40 del siglo pasado, empezaron a trabajar para marcar el camino que hoy nosotros seguimos”. Y, cerrando el agradecimiento, dedicó el reconocimiento: “A las y los chamameceros que todos los días siguen empuñando una guitarra y un acordeón y tejiendo una cultura que también es la rosarina porque somos parte del Litoral Argentino. El chamamé también es de Rosario”.
Mientras para buena parte de la sociedad la incertidumbre, el miedo y el propio virus de la Covid-19 golpeaba la vida sumiendo a las mayorías en un cambio de paradigma, hay artistas que dedicaron aquellos días a ponerle palabras, sonidos, búsquedas y deseos a las ideas con álbumes de distintas procedencias musicales. “Yo no sé qué sería de mí si no hubiera hecho este disco en este tiempo”, dijo Nahuel Marquet, ganador en la categoría Cantautor/a al recibir la estatuilla por su debut solista Marquet.
En una terna altamente calificada en la que sobresalían los nombres de Verónica Marchetti (Tango Mujer) y Quinteto Madreselva (Veredas), entre otros, fueron Cholo Montironi y Martín Tessa quienes se llevaron un premio en el rubro Tango por Rodolfo Cholo Montironi con Martín Tessa, disco homónimo editado por Melopea.
Entre otros premios, en el rubro Metal/Hard Rock para el jurado se destacó Edelvais con el álbum Ahora te creo y en Punk lo hizo la banda Violación Auditiva con El peor capítulo de la serie. “Esto va a ser corto porque somos del punk”, bromeó el líder antes de dejar su mensaje sobre el presente del estilo en la ciudad: “Nuestro género forma parte de la contracultura más que de la cultura. Que nos dejen tocar, que no se corte el tema de la contracultura porque es parte de la ciudad también”.
Por su parte Aguas Tónicas, impuso en el rubro Rock Alternativo por Disco Gris tras varios años de ausencias editoriales: “Estamos muy contentos por sacar discos, por tocar en vivo y ser parte de la familia de músicos”, dijeron. La siempre innovadora categoría Electrónica/Experimental fue para Pastachuli con su álbum Petricor; mientras que Carmela & Ambrosia hizo lo propio con Después te explico en la terna Fusión. Luego de mostrarse felices agradecieron también a Nacho Molinos por abrirles las puertas de su estudio Mutante. Ningún integrante de Valle se llevó su premio a mejor disco de Rock/Blues tras ganar por Coyote ya que no se encontraban presentes en la ceremonia. .
Los Peñaloza tuvieron su reconocimiento al trabajo que vienen haciendo. “Somos laburantes y creemos en lo que hacemos”, había dicho el líder al subir en busca de la estatuilla al imponerse en la categoría Cumbia/Tropical donde jugaba con pesos pesados del estilo: Chanchi y los auténticos, Girda y los del Alba, y Los Cumbieros de Santa Fe.
La terna de Hip Hop/Trap/Rap, sorprendió al subir completa al escenario, en momentos de la premiación de Caliope por su disco Chainz. El cantante Brapis agradeció a quienes hacen la cultura de Rosario y contó: “Subimos juntos (con los demás ternados) porque eso es lo que representa el Hip Hop”. Otra de las categorías más esperadas de la noche fue la de Indie Pop/ Pop Rock ya que en ese marco se editan muchos discos cada año. Muñecas se consagró con Festival de Sombras, segundo disco de la banda producido por Tuta Torres, bajista de Babasónicos. Por su parte Manu Piró ganó en Pop/PopExperimental/Synth Pop con Amar en Bucle, un primer disco trabajado junto a Fernando Curutchet, -ingeniero de sonido de Miranda- y que lo destaca en el presente rosarino.
La velada también dejó interesantes definiciones en dos tramos de entrevistas sobre el escenario. Primero fue el turno del Secretario de Cultura Municipal, Dante Taparelli, quien realizó balances de la convocatoria y trazó ideas para el futuro: “Un premio es un horizonte, un pulso”, comenzó diciendo y definió a la producción rosarina como “excelente”.
Y sobre la infraestructura pública analizó que “el Anfiteatro fue la tierra prometida de los músicos: Tenemos un lugar que no hay en otro lado. Es un lugar que le pertenece a los músicos”, al tiempo que, para el final, prometió impulsar la industria de la música. Y poniendo como ejemplo el Cosquín Rock en Córdoba, cerró: “No me explico cómo Rosario no tiene todavía un Rosario Rock”.
El mentor de los Rosario Edita fue entrevistado por lxs conductorxs. Bernardo Maison (Perry) se mostró feliz por volver al encuentro presencial y recordó los inicios de este evento: “En 2015 comenzamos una nota periodista en el sitio web de La Canción de País para dar cuenta de lo que se editaba en la ciudad cada año. En algún momento pensamos que había que hacer algo con todo eso. Y salió la idea del premio. Al día de hoy agradezco mucho el reconocimiento personal pero debo decir que hay mucha gente detrás de todo esto que lo hace posible. Es un camino importante”.
Hay un necesario ejercicio de honestidad que se manifiesta en primer plano cada vez que se avanza en la realización de este encuentro porque trabaja con materias primas muy sensibles. Según entiende Maison, son “bombas de sentido en donde cada artista deposita mucho. En un disco los artistas depositan deseos, miedos, alegrías, inseguridades, proyecciones, búsquedas. Somos muy conscientes de eso, quiero recalcarlo”.
Para finalizar, ya emocionado, contó a modo de ejemplo, como fue la elección del Mejor Disco del Año: “Ayer a la noche (por el lunes), hicimos el último momento de la selección: nos sentamos todos los jurados a charlar y fueron dos horas de pensar, de hablar sobre la música de la ciudad. Me emociona mucho”.
Durante la primera ceremonia, en 2018, una pregunta sobrevoló los días previos y posteriores el evento: ¿Por qué nunca antes en una ciudad musicalmente tan importante como Rosario había tenido lugar una iniciativa de estas características que celebrara y visibilizara el trabajo cotidiano de tantos artistas? En sus escasos cuatro años Rosario Edita viene logrando sortear las dificultades pre y pos pandémicas para instalarse en la agenda de una ciudad que tiene una larga tradición en la gestión cultural entendida de modo amplio. ¿Qué serán cuatro años en la historia de una ciudad? Hay encuentros que nacen grandes.
En un mundo cada vez más individualista, los Rosario Edita emergen para hacerle frente a una realidad que expulsa, que silencia voces, que persigue y cierra escenarios. Este tipo de encuentros como el del martes, afectivos y de cuerpo presente, sirve justamente como eso: un campo fértil donde promover batallas e intervenir en la trama social. Estamos viviendo tiempos de reencuentros para las y los hacedores de la cultura de Rosario. Son tiempos de volver a los escenarios, de mirar(se) a los ojos, del abrazo, de la escucha atenta, del aplauso de pie, del reconocimiento mutuo, de la comunicación, del trabajo, de la comunidad. También de las distinciones.